[Ciudad Guayana, Venezuela, 1966]
Licenciado en Ciencias Pedagógicas por la Universidad Católica Andrés Bello, donde hizo su maestría en Filosofía de la Práctica. Profesor universitario. Ejerce la crítica literaria y política en revistas y diarios nacionales e internacionales. Autor de los Lo inútil del día (1995); Que nadie me pida que lo ame (1997); Santuario del verbo (1997); Los gestos mayores (Premio Vox Novula, 1997); Los pájaros de la fractura (1999); Los tallos de los falsos equilibrios (2001, Premio Internacional de Poesía XIII Bienal J.A. Ramos Sucre 2000), Cuaderno de mujer (2002), Demolición de los días (2008) y Escribo para ser perdonado (2012).
Poemas
DEL DIARIO DE LOS ÁRBOLES
vivirás como quien le arrebata
la virtud a la bondad de los niños
lleno de la lástima de aquiles
con el desprecio de nosotros por tus míseras batallas
el agradecimiento te será prohibido
crecerás persiguiendo la paz del diamante
corrigiendo tus instantes para llamar el descanso
distorsionando la música de los lugares que pises
escuchando cada tarde cómo terminan los sabios
no habrá aposento ni sonrisa aguardándote
se reirán de tus espinas dorsales
de los espejos con los que hablaste de los sueños
los que te confiaron los senderos de los santos
te acordarás de la púrpura que nunca entendimos
de nuestro anhelo por las ciudades que odiabas
de los hombres y mujeres provenientes de las piedras
con los cuales aprendimos a soplar intimidad
y vendrá la mañana que le quitaste a los castillos
y creerás vernos pasar con semillas en las manos
e intentarás levantarte para decirnos lo mismo
pero ya tus espadas carecerán de filos
y nosotros seremos los árboles del parque
Del libro Demolición de los días, Edit. Fundación para la Cultura Urbana, 2008
SINFONÍA PARA UNA CASA
no he ordenado mi casa
los objetos han perdido su lugar
debo ordenar la casa para evitar la desidia
para que las ardillas tengan un comedero
una casa ordenada encubre las horas tristes
llena de voces los espacios demasiado amplios
una casa ordenada es una casa habitada
un recibimiento o una despedida
una casa ordenada acoge a la noche
limpia los pulmones de los ahogos finales
en una casa ordenada nadie se muere
nadie miente nadie sospecha nadie hiere
en una casa ordenada no se pudren las frutas
las auyamas son obras de arte y canalizan el tedio
en una casa ordenada los pájaros duermen
para soñar con los árboles y el aire
en una casa ordenada el orden no cansa
la pena se marcha sin dañar los enseres o la piel
una casa se ordena para los hijos de la vida
para despertar tocado por los labios de Dios
en una casa ordenada nace alguien
cada vez que se impone el descuido
en una casa ordenada nadie extraña
y la vejez es una canción compartida
en una casa ordenada Dios le teme al bostezo
nunca faltan tazas para vaciar la nostalgia
en una casa ordenada nadie es ordenado
hay plantas saludables y señales del cielo
en una casa ordenada nadie cuelga el teléfono
los hijos no dejan a sus padres ni odian a sus hermanos
en una casa ordenada
una pareja siempre se ama
fundando el mundo por primera vez
Del libro los tallos de los falsos equilibrios, Edit. Fundación José Antonio Ramo Sucre, 2001.
DE LOS ENCUENTROS CON EL CAUCHO
de los encuentros con el caucho
con los nombres escritos en el tronco del mango
nos queda la voz
un grito parecido a la fe
y la decepción de los fragmentos
quedamos para alimentar la quietud
para explotarnos por dentro
para hacernos veneno de la espera
para negarnos en cada detalle que nos jacta
somos la presencia
de una tribu que perdió la confianza
elementos de un ensayo
de un arte que extraña al bisonte
cargado de sepelios reverencias y santos
de cuerpos amputados
de mujeres menopáusicas
esclavas de una belleza que nace en el patio
nos miramos en la caída de los bloques
entonamos una oración mundana
nada entendíamos de palabras arcaicas
usábamos las dejadas en los juegos
las que decían nuestros padres
cuando lloraban escondidos
fuimos fieles oradores
pero supimos
ya tarde
que no se debe amar demasiado
el tronco que conserva un testimonio
Del libro Que nadie me pida que lo ame. Edit. Eclepsidra, 1997.