Todo se va con ellos:
el corazón,
la lluvia,
el peso de las flores.
También tus alas se hacen transparentes
cuando rozan su aliento
sin cuerpo todavía.
Todo se va con ellos.
El silencio que arde en la raíz del canto
y aquel que no es promesa
porque nada ilumina.
Ahora sabes mirarlos.
Reconoces su muerte
como quien oye el vuelo
en la sombra de un pájaro.
La luz es un aroma cada día más tenue.
La luz en ti se cumple,
no termina.
Has perdido los ojos.
Ya no crees en la noche.
También la sed se marcha con los ríos.
Del libro Grillos. Edit. Rialp, colección Adonáis, Madrid, 2003.
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