Celebrar, reunir son verbos que implican en algún sentido vida. La poesía es eso vida que sale de los dolores más intensos y también de las alegrías potentes.
Los poetas somos esa tribu que nunca dejó de resistir a cualquier embate o crisis o esa sangre que alguna vez fue un humo quemado en los ojos; y para siempre.
Los poetas estamos aquí, ahora, junto con la poesía de pie para saludar a un Universo inclemente y doloroso que nos ha tocado padecer. Y que quisiéramos transformar.
Este octubre en nuestra ciudad habrá una fiesta, la poesía con sus secretos y sus misterios llega al XVI FIP Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, trayéndonos presencia, voces que dirán ese canto que, aunque no de pájaros se oirá como un coro de muchísimos de ellos. La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros.
Aquí las lenguas y las fronteras no existirán, será la poesía que unirá la diáspora del dolor, la muerte y también el renacer de esos secretos que se guardaron para que en este festival sean descubiertos por los lectoras y lectores y por ese desconocido, que siempre se introduce para ver de lejos, un eco luminoso y esa fusión contrastante de impulsos que pueden ir de religiosos, paganos, eróticos, cristianos, o de esa fusión de inmensidad en donde habitan tantos seres animados e inanimados que nos dan, muchas veces, la voz para que el poeta pueda decir esa palabra que aún dormida despierta al Universo con esos tembladerales que decía el poeta Correntino, Francisco Madariaga. Celebremos los “Tembladerales de oro del oro del amor”.
